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El crimen de las niñas de Alcácer - Parte III

Tal y como he puesto en la Parte II de este artículo:
Antes de que empecéis a leer este artículo he de avisaros que son las autopsias oficiales descritas tal cual están en el informe, por lo que pueden herir la sensibilidad de muchas personas.

El poner tantos años después el caso de "Las niñas de Alcáser" es por un sólo motivo, hacer saber que no dejamos de pensar en ellas, que están en nuestro recuerdo y sobre todo, que deseamos que algún día se resuelva todo y se sepa toda la verdad.

No quiero con estos artículos crear morbo, eso es algo que nadie haría en este caso en concreto. Al igual que estos artículos hay cientos circulando por internet, en documentales, revistas, libros.
Las autopsias también son accesibles a cualquier persona.

Segundas autopsias:

EL PROFESOR FRONTELA

La misma tarde que estaban desenterrando los cuerpos de las tres niñas, "alguien" de la Guardia Civil realizó una llamada de teléfono a la Cátedra de Medicina Legal de la universidad de Sevilla.
Su titular, el catedrático don Luis Frontela, uno de los más prestigiosos forenses de nuestro país, recibió la noticia del hallazgo de los cuerpos sin vida de Miriam, Toñi y Desirée, a la vez que se le pedía que participase como forense en las autopsias que se realizarían a los cadáveres.

El profesor Frontela aceptó el requerimiento que le hizo el desconocido mando de la Guardia Civil (desconocido por la proverbial discreción del doctor Frontela que no ha querido que se hiciera público el nombre) y se puso en contacto telefónico con el Cuartel de la Guardia Civil de Llombay, donde el "desconocido" le había comentado que se llevarían los cadáveres.

El profesor mantuvo una breve conversación con el doctor Ros, el forense que había participado en el levantamiento, y éste le dijo que no era necesaria su colaboración, que ya se había organizado un equipo de forenses valencianos que iban a ser los que realizarían las autopsias.

Pero, además del desconocido mando de la Guardia Civil, había más personas que deseaban que el doctor Frontela participara en las autopsias de las niñas. Una de ellas era el teniente de alcalde del Ayuntamiento de Alcácer, José Manuel Alcayna, quién se lo contaba de esta forma al escritor y periodista Fernando Martínez Laínez:

"Todo empezó cuando el teniente coronel Miranda, Jefe de la Agrupación de Valencia, me aconsejó la intervención del doctor Frontela. Francisco Granados, el delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana estuvo de acuerdo, y el asunto pareció resuelto. A la mañana siguiente, a las diez recibo una llamada del profesor Frontela, a quién ya se le había dicho por los representantes de la Guardia Civil que iba a intervenir en el caso como forense, complementando al equipo de Valencia. Pero Frontela había hablado con el forense del juzgado y le había dicho que no era necesaria su presencia, porque la autopsia se realizaría esa misma noche y difícilmente iba a poder llegar a tiempo. Cuando Frontela me dice a mí esto, habiendo hipotecado ya la palabra del teniente coronel Miranda y del delegado del Gobierno, y sabiendo bien cual era la opinión del colectivo de padres, le contesto que coja el primer avión de Sevilla y se venga a Valencia...Entonces parece que empiezan los problemas porque no está bien visto por parte del equipo médico-forense de Valencia la intervención de Frontela. Además, se necesitaba la requisitoria legal. Para que Frontela pudiese actuar era necesario que los padres se presentasen como acusación particular. Entonces, cojo a los tres padres y nos personamos en Alcira, y el juez Bort, muy a regañadientes, autoriza la intervención del doctor sevillano. Mi opinión particular -dijo Alcayna- es que el juez es muy joven, y el caso le vino, quizás, excesivamente grande, y se dejó aconsejar por las personas que tenían entidad para ello, como era el propio equipo forense de Valencia. En una reunión celebrada en el Instituto Anatómico Forense, después de dejar hablar a las otras partes, tuve que plantar un poco la caña -comentó Alcayna- y decir que no era de profesionales los comentarios que allí se estaban produciendo sobre el doctor Frontela. Y que si nos equivocábamos, se estaban equivocando los propios padres como acusación particular, y ése era un tema que ya no les competía a ellos".

Llamaba la atención que el máximo responsable de la Guardia Civil de Valencia, el teniente coronel Miranda, recomendara la participación del famoso forense sevillano, algo que causó un profundo malestar entre los médicos valencianos. Sus motivos tendría para no confiar demasiado en la pericia de los forenses supuestamente designados por el juez.

Lo cierto es que la llegada del profesor Frontela al Instituto Anatómico Forense de Valencia causó una gran conmoción, produciéndose incluso un fuerte altercado entre familiares de las niñas y vigilantes del Instituto, cuando éstos prohibieron la entrada al profesor.

El director del Instituto, Alejandro Font de Mora, justificaba de esta forma el que no hubieran dejado intervenir al profesor Frontela en las primeras autopsias:

"No conocimos la venida del profesor Frontela hasta mediada la segunda autopsia. Nos cogió un poco por sorpresa, pues estábamos trabajando, y esto hay que plantearlo como un trabajo en equipo; es como si a mitad de un partido de fútbol del Valencia llegase un delantero del Sevilla para incorporarse".

Finalmente, el juez Bort, "muy a regañadientes" autorizó la intervención del profesor Frontela, quién comenzó su autopsia a las seis de la tarde del día siguiente, 29 de enero. Una segunda autopsia en la que estuvieron presentes como "observadores" los seis forenses de Valencia que habían realizado la primera y dos guardias civiles que fotografiaron y filmaron en vídeo las operaciones.

Cuando el profesor Frontela y su ayudante el doctor Montes concluyeron su trabajo, se facilitó la siguiente nota a los medios de comunicación:

INSTITUTO ANATÓMICO FORENSE - VALENCIA

En primer lugar debemos precisar que nos encontramos todavía limitados por la situación de secreto de sumario que nos impide dar cualquier tipo de detalle en relación con los hechos investigados, siendo el objeto de este comunicado informar sobre el proceso de investigación médico-legal empleado en este caso, cuya trascendencia social es obvia.

Con fecha de ayer, y desde las 9 hasta las 17 horas ininterrumpidamente, se practicó a autopsia de los tres cadáveres a cargo de un equipo integrado por cuatro médicos forenses y dos profesores de la Cátedra de Medicina Legal de la Facultad de Medicina de Valencia. Los hallazgos obtenidos en esta autopsia han permitido establecer un diagnóstico cierto de la causa de la muerte y de la existencia de otras violencias que concurrieron en el fallecimiento de las víctimas.
En el día de hoy, y una vez que procesalmente ha sido posible, ha intervenido como perito a instancia de parte personada en el procedimiento el profesor Frontela, quién ha efectuado un segundo examen de los cadáveres, en presencia de los miembros del equipo que ayer practicó las autopsias y con apoyo técnico de este Instituto Anatómico Forense. Los resultados de este segundo examen coinciden plenamente con los obtenidos tras la práctica de las autopsias del día de ayer.

No obstante, hay que señalar que la investigación médico-legal de los hechos se encuentra en una fase no definitiva, en cuanto que falta conocer los resultados de las numerosas pruebas analíticas solicitadas al Instituto Nacional de Toxicología de Madrid y al Gabinete de Policía Científica de la Guardia Civil, así como de los estudios que el profesor Frontela va a realizar en el laboratorio de la Facultad de Medicina de Sevilla. Por ello, la colaboración entre los peritos actuantes continuará en un futuro inmediato hasta la terminación definitiva del estudio médico-legal.

Pese a que no se puede considerar concluida, pues, la investigación, y sometiéndonos a las limitaciones impuestas por el secreto del sumario, podemos manifestar que los hallazgos obtenidos permiten efectuar una reconstrucción suficientemente precisa de los hechos a pesar de tiempo transcurrido. Todos estos datos constituyen un importante cuerpo de evidencias que a no dudar contribuirán de forma efectiva a la resolución del caso.

Firmado: Prof. L. Frontela Prof. A. Font de Mora Prof. F. Verdú

El anterior comunicado pretendía quitar importancia a la polémica suscitada entre los médicos forenses, una polémica que había saltado a las páginas de los periódicos.

Según publicaba un diario de Valencia:

"Los dos equipos médicos que practicaron las necropsias, el del Instituto Anatómico Forense y el encabezado por el catedrático sevillano Luis Frontela, protagonizaron diversos enfrentamientos abiertos con motivo de las autopsias, según fuentes de la investigación. El equipo de Valencia recibió con muchas reticencias la noticia de que Frontela iba a participar en los exámenes, ya que los forenses valencianos se lo tomaron casi como un insulto.

Por su parte, el catedrático de medicina legal se mostró muy enfadado cuando, al llegar de Sevilla, sus colegas de Valencia le impidieron la entrada a la primera necropsia, argumentando que no podía colaborar con ellos a menos que lo autorizase el juez. Frontela, que llegaba con la aureola de haber resuelto el crimen de la niña de Huelva por el que fue condenado "El Boca", se tuvo que conformar con irse al hotel y esperar a que el juez instructor le dejase buscar en los cadáveres hasta el día siguiente. Las ganas de intervenir llevaron a algunos forenses a pedir incluso una tercera autopsia, a lo que el juez se negó rotundamente".

Incluso el propio director de Instituto Anatómico Forense, Alejandro Font de Mora, reconoció a los periodistas las discrepancias habidas:

"Por un malentendido, tal vez por un afán de protagonismo, se produjeron discrepancias, las cuales solamente benefician a los criminales. Cuando fue autorizado a hacer su trabajo, lo hizo y dio un comunicado en el que reconocía la labor realizada por los profesionales de Valencia. La segunda autopsia sirvió para una comprobación de lo que aquí ya habíamos hecho; tomó algunas muestras adicionales, y si ello ha servido, aunque nada más fuera para que los padres de las niñas se queden más tranquilos, nos damos por muy satisfechos los forenses de Valencia".

Sin embargo, el profesor Frontela consideraba mucho más grave lo ocurrido y así se lo hizo saber por escrito al abogado de las familias, Luis Miguel Romero

Villafranca, el día 2 de febrero.

Estimado D. Luis Miguel:

Este escrito contiene tres apartados, los dos primeros le ruego los considere estrictamente confidenciales, aunque en caso necesario puede compartirlos con sus clientes, a los que ruego la misma reserva, dado que por cuestiones éticas, de relaciones entre médicos, no deseo que trascienda lo que señalo en esos dos primeros apartados, para que esos profesionales no queden en mal lugar; salvo que en un determinado momento acordemos otra cosa porque usted crea que de seguir con el secreto perjudicaría los intereses de un tercer.

APARTADO PRIMERO.

(Incidencias).
Antes de comenzar a realizar nosotros las segundas autopsias, los médicos forenses que efectuaron la primera autopsia se reunieron conmigo, señalándome la desagradable situación que se les había planteado ante la opinión pública, porque parecería que su trabajo no había sido adecuado; les indiqué que yo únicamente cumplía un encargo de las familias de las víctimas, colaborando en el esclarecimiento de los hechos.

El director del Instituto Anatómico Forense propuso, de acuerdo con los médicos forenses y profesores de la Cátedra de Medicina Legal de Valencia, que se redactase un comunicado conjunto con destino a los medios informativos, a través del cual quedase limpia su imagen, y de ahí que firmásemos el comunicado cuya fotocopia le adjunto.

Transcurridas unas dos horas de realización de las segunda autopsias, tuvo lugar el siguiente diálogo:

El Dr. Verdú (al parecer profesor de la Cátedra de Medicina Legal de Valencia y que intervino en la primera autopsia) me dijo, con bastante enfado (siendo testigos doña María Graván y un guardia civil): "Prof. Frontela ¡está usted haciendo una autopsia muy minuciosa!".

Prof. Frontela: "estoy haciendo una autopsia como siempre la hago, minuciosa, responsable y científica".

Dr. Verdú: "Es que eso no es lo acordado, quedamos en que Vd. sólo cogería pelos para estudio criminalístico".

Profesor Frontela: "Sería una inmoralidad por mi parte hacer un simulacro de autopsia, y yo no hago inmoralidades sino que cumplo con la misión que me ha sido encomendada y de la forma más responsable y eficaz, así que las autopsias las efectuaré con la técnica que estime más correcta".

Dr. Verdú: "Eso no es lo acordado".

Profesor Frontela: "Lo único que se acordó es la realización de un comunicado conjunto y, desde luego, nunca la forma en que yo haría las autopsias porque, como perito, debo cumplir con mi deber de la forma más honesta y más experta posible, al igual que supongo Vds. harían de actuar como peritos honestos".

APARTADO DOS.

(Primera autopsia)

Sinceramente, la primera autopsia efectuada a los cadáveres de Desiré, Antonia y Miriam fueron decepcionantes, mediocres por no decir pésimas. Le indico algunos de los muchos errores que observé se habían cometido en el transcurso de su realización.

a) Las ropas de las víctimas se hallaban completamente empapadas en agua e introducidas en bolsas de plástico; esto es un atentado contra los principios más elementales de criminalística porque con esta torpe maniobra, las manchas de sangre, de saliva, de esperma y otras que pudieran existir, se desnaturalizan, se invaden por hongos, se pudren más de lo que estaban y muchos indicios de interés criminalístico pueden perder su valor o desaparecer.

Cuando de un cadáver se retiran ropas o muestras húmedas o mojadas, éstas deben secarse inmediatamente o con la máxima urgencia posible; una vez secas se conservan normalmente inalteradas manchas e indicios, este es un principio básico que no cumplieron quiénes efectuaron la primera autopsia.

b) Según el estado que presentaban las ropas, éstas o no habían sido estudiadas en el transcurso de la primera autopsia o no con la suficiente minuciosidad y criterio científico, y en ellas hay indicios de gran interés.

c) Cuando nosotros efectuamos a segunda autopsia, los cadáveres habían sido decapitados por los Médicos Forenses y posiblemente enviadas las cabezas a otro centro, así como extirpados genitales y manos.

Esto me indica que los Médicos Forenses o el equipo que intervino no domina las técnicas de realización de autopsias, de interpretación y criminalísticas; no hacía falta efectuar tales amputaciones, con una toma de muestras adecuada hubiese sido suficiente.

d) Me alarma haber entendido, entre las opiniones de alguno de los médicos forenses, sus dudas acerca de si hubo penetración peneana o introducción de palos.

e) Cuando pregunté a los Médicos forenses donde estaban los pelos de cada una de las víctimas, para tomar muestras independientes de cada una de ellas, que pudieran servir para ulteriores constataciones criminalísticas, para mi asombro me dijeron que los pelos de las tres víctimas se hallaban mezclados; en efecto, en vez de tener la precaución de separar los pelos de cada víctima, ¡estaban todos mezclados formando una pelota entre las extremidades de uno de los cadáveres!

f) ¡Alarmante!: Los Médicos Forenses que realizaron la primera autopsia no efectuaron la correcta disección y autopsia de las extremidades de las víctimas, lo cual tuvo que ser efectuado por nosotros. Este aspecto tiene gran trascendencia y pudo haber tenido consecuencias desagradables porque, por la descripción que efectuaba un médico forense de las lesiones que tenían las víctimas, me da la impresión que no han sabido delimitar correctamente lo que son transformaciones cromáticas putrefactivas de las verdaderas violencias.

Esto es especialmente grave porque, de no haber intervenido nosotros para aclararlo, podría ocasionar notables discrepancias a la hora de constatar las declaraciones de los procesados con la realidad de los hechos y la reconstrucción del suceso, e impediría conocer la exacta verdad de lo sucedido.

g) No habían sido realizadas radiografías previas a los cadáveres, las cuales deben efectuarse en estos casos; radiografías que tuvimos que efectuar nosotros y cuyos originales quedaron en poder del juzgado, aunque nos dieron copias.

Me pregunto: Si las partes esenciales de los cadáveres, cabeza, manos y genitales habían sido extirpadas y enviadas a otro lugar, las pocas partes que quedaban en el cadáver no habían sido estudiadas convenientemente. ¿Qué han efectuado en la primera autopsia?.
Los orificios de disparo por arma de fuego los ve cualquier persona, casi un profano, por lo tanto la identificación de la causa de la muerte la tuvieron fácil, ¿y los demás problemas médicolegales y de criminalística?

Me consta que los médicos forenses me han puesto, y siguen queriendo poner, todos cuantos obstáculos puedan para impedir mi labor; prefiriendo queden sombras con tal de salvar su orgullo.

TERCER APARTADO

Nosotros estamos en condiciones científicas y de apoyo técnico para esclarecer totalmente los hechos, con objetividad, reconstruir la verdad de lo sucedido y, a través de indicios, identificar a los verdaderos autores en cada una de las fases; para poder efectuar la pericia encomendada y dado que nos habían quitado de los cadáveres partes importantes, de momento, es imprescindible que nos sean enviados los siguientes elementos:

1º.- Todas las fotografías que fueron efectuadas en el transcurso de la realización de la primera autopsia, con descripción de lo que representan, dado que nosotros no vimos partes de los cadáveres que faltaban y es necesario que comprobemos el estado de las víctimas desde antes de ser retirada la ropa, hasta el aspecto de los tejidos en el transcurso de la primera autopsia (indicaron que me enviarían urgentemente las fotografías, incluso creí que me las iban a entregar al finalizar las autopsias que realizamos, y aun no las he recibido). (Con carácter de urgencia).

2º.- Fotografías realizadas en el transcurso del levantamiento de los cadáveres (debemos correlacionar determinadas marcas que había en la piel de los cadáveres y la distribución de manchas con las posiciones de los cadáveres en el lugar del suceso, para la correcta interpretación de algunos signos).

3º.- Dado que hemos comenzado el estudio de las ropas de las víctimas, no es prudente devolverlas hasta que terminemos de efectuar todas cuantas operaciones sean necesarias.

4º.- Es necesario que nos sean enviadas muestras de pelos de los sospechosos, para cotejarlas con los pelos hallados en la ropa, a fin de conseguir pruebas rotundamente identificativas de los autores.

5º.- Elementos importantes es la determinación de las distancias a que fueron efectuados los disparos, posiciones, direcciones y la indagación de otras violencias, aclarar que clase de acceso carnal hubo y toda una abundante serie de detalles de interés para la completa reconstrucción del suceso, a tal fin necesitamos disponer de:

a) Las cabezas, manos y aparatos genitales extirpados de las víctimas, una vez que hayan terminado su estudio. Si a consecuencia del estudio realizado, partes de estos tejidos se han tenido que destruir, que nos envíen fotografías que se hayan efectuado de los mismos antes de su destrucción y resultados de los análisis y estudios efectuados.

b) Un ejemplar de cada una de las preparaciones histológicas obtenidas o que puedan efectuar.

6º.- Pelos y demás indicios encontrados en vehículos, casas u otros lugares, en relación a los sospechosos, a fin de cotejarlos con los pelos y fibras de las víctimas.

7º.- Relación y detalle de las ropas que vestía cada víctima, sus edades y de otros detalles de sus características físicas.

En cuanto a nuestro trabajo, va a ser desinteresado, no voy a cobrar honorarios, únicamente el abono de los gastos tenidos con motivo de los desplazamientos a Valencia, en virtud del ofrecimiento que me hizo el teniente de alcalde.

Estoy a su disposición para cualquier duda, aclaración o ampliación de información.

Atentamente le saluda

Luis Frontela Carreras

El profesor Frontela, catedrático de universidad, ponía claramente de manifiesto el nefasto trabajo realizado por sus colegas de Valencia, algo que iba a demostrarse en el informe que éstos realizaron, en el que las dudas e incógnitas superaban con mucho a los datos comprobados.

Pero, además esta carta aportaba un detalle importantísimo: "los cadáveres habían sido decapitados por los médicos forenses, así como extirpados genitales y manos". Este dato demostraba varias cosas:

1.- Que los forenses de Valencia no le habían facilitado información alguna al profesor Frontela acerca de cómo habían aparecido los cadáveres, ni de los datos que ellos habían obtenido en la primera autopsia.

2.- Que no se habían desprendido las cabezas de los cadáveres por efecto de la putrefacción. "Los cadáveres habían sido decapitados", pero no como pensaba el profesor Frontela por los forenses, sino por los asesinos. Porque si el desprendimiento de las cabezas hubiera sido natural, un catedrático de Medicina Legal, como el profesor Frontela, con más de 4.000 autopsias realizadas, no hubiera empleado jamás el término "decapitación".

3.- Que las dos manos que les faltaban a las niñas, la izquierda del cadáver número dos y la derecha del cadáver número tres, tampoco se habían caído por efecto de la putrefacción, sino que "habían sido extirpadas" igualmente por los asesinos, no por los forenses de Valencia. Como en el caso de las cabezas, el profesor Frontela se hubiera dado cuenta, sin ningún género de dudas, si los forenses hubieran amputado cuatro de las seis manos y las otras dos se hubieran desprendido de forma natural. Sin embargo, no fue así.

Para finalizar con la carta, había otro dato en el que el profesor Frontela no se iba a equivocar en absoluto: "Me consta que los médicos forenses han puesto, y siguen queriendo poner, todos cuantos obstáculos puedan para impedir mi labor; prefiriendo queden sombras con tal de salvar su orgullo". Algo que iba a volver a comprobar muy pronto.

Cuando el doctor Frontela finalizó las segundas autopsias le pidió autorización al juez Bort para poder llevarse a su laboratorio de Sevilla las ropas de las víctimas para analizarla. El juez no puso ningún inconveniente y el profesor cogió las tres bolsas de plástico "llenas de agua" donde estaban depositadas las ropas y se las llevó. Al día siguiente, cuando los forenses de Valencia se dieron cuenta de esto, acudieron a toda prisa al Juzgado de Alcira, para pedirle al juez Bort que ordenase inmediatamente al profesor Frontela que devolviese las ropas, nadie sabe porqué ni para qué. Y el juez Bort les hizo caso.

El día 6 de febrero, el profesor Frontela remitía el siguiente escrito al Juzgado:

En cumplimiento del contenido de su telegrama que me fue entregado por el bedel del Instituto en la tarde del día 4 de Febrero, aunque el telegrama tiene fecha 2 de Febrero, adjunto remito a V.I. las muestras que estábamos estudiando. No hemos podido completar el estudio de todas ellas, dado que le interrumpimos cuando recibimos la orden envío. En el día de ayer, el letrado de la acusación me indicó que iba a hablar con V.I. y me comunicaría la decisión del envío o no de las muestras, al no haber recibido noticias de él, se las remito a V.I. sin demora.

De algunas prendas, por ejemplo de los pantalones ya habíamos tomado muestras que en gran parte teníamos en maceración para investigar diversos residuos orgánicos, el resto que no habíamos macerado, es enviado también.

Respeto y acato las decisiones de V.I. aunque no comprendo los innumerables obstáculos que se nos ponen para que podamos efectuar una pericia objetiva, científica y completa; al no sernos facilitadas las diferentes muestras que necesitamos, nos es imposible realizar la pericia encomendada a instancia de parte, que tenía por objeto contribuir a esclarecer la verdad de lo sucedido y la detección de indicios identificativos de los autores.

Entendí, antes de comenzar a realizar las segundas autopsias, que dado que de los cadáveres habían sido extirpadas partes esenciales, se me entregarían inmediatamente fotografías efectuadas en el transcurso de la primera autopsia y toda clase de muestras para cumplir nuestra misión, incluso que en la mañana siguiente se llamaría a la Guardia Civil a fin de que me enviasen los pelos o indicios hallados en vehículos de sospechosos, y no solo no se me envían las muestras sino que además me retiran las que teníamos.

De saber que no iba a contar con los elementos necesarios no hubiese aceptado la pericia ni realizado las segundas autopsias porque tengo por costumbre apoyar mis conclusiones y el desarrollo de mis informes en hallazgos objetivos y, por tanto, si no se me facilitan las muestras y elementos necesarios, por honestidad profesional, debo renunciar a una pericia que me es imposible efectuar.

Quede claro que si firmé un comunicado conjunto con quiénes efectuaron la primera autopsia fue porque entre médicos es costumbre ética no desautorizar a quienes intervinieron antes en el tratamiento, por ejemplo de un enfermo; esto no quiere decir que esté de acuerdo con la primera autopsia realizada, por muchas razones, entre otras porque los cadáveres no tenían ya cabezas ni manos ni genitales y ni siquiera conozco el informe o conclusiones de la primera autopsia, por tanto mal puedo estar de acuerdo con lo que no he visto.

Meses después, el profesor Frontela iba a revelar un nuevo dato demostrativo de las extrañas trabas que se le habían puesto en su trabajo:

No puedo hablar directamente de mi intervención pericial pero le voy a decir un detalle que hasta ahora nadie conoce y lo va a conocer usted en primicia de uno de los detalles que suponen la rareza del caso.

Yo estaba la noche de las autopsias. Iba a intervenir en un programa de Paco Lobatón (¿Quién sabe dónde?) que se realizaba en directo y en ese momento me llama el secretario de Estado para la Seguridad, don Rafael Vera y me dice: "Mire usted tenemos una serie de pelos que muy presumiblemente son de los asesinos y nos gustaría que usted los analizase".

Digo bueno, yo me pongo a disposición de ustedes y además si a mi me ponen tales medios en un transcurso de dos horas, de cuatro horas o de unas pocas horas nosotros podemos saber.

Y me dice: "Son pelos muy interesantes que se han hallado en el coche y señalan quienes son los homicidas probablemente".
Yo, acepté realizar estas pruebas. Me dijo que en diez minutos el delegado del Gobierno pondría a mi disposición un vehículo oficial para trasladarme a la comisaría y con todos los medios para poder realizar el estudio. Pero, misteriosamente, cinco minutos después habían desaparecido todos los pelos y recibo la asombrosa comunicación de "mire usted los pelos ya no están en Valencia, no sabemos donde están, posiblemente están en el camino de Madrid".

Simplemente para mi supuso el segundo gran contratiempo en el caso de Alcácer.

Cuando se le preguntó al profesor cómo se podían haber perdido esos pelos, su contestación demostraba la profunda tristeza y desesperanza que le estaba provocando este caso:

"Se pierden pruebas, se pierden los papeles y se pierde la dignidad".

El camino del profesor Frontela por el "caso Alcácer" iba a estar sembrado de afiladas y dolorosas espinas. Todo por cometer un gran pecado: querer averiguar la verdad....

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El crimen de las niñas de Alcácer - Parte II

Antes de que empecéis a leer este artículo he de avisaros que son las autopsias oficiales descritas tal cual están en el informe, por lo que pueden herir la sensibilidad de muchas personas.
El poner tantos años después el caso de "Las niñas de Alcáser" es por un sólo motivo, hacer saber que no dejamos de pensar en ellas, que están en nuestro recuerdo y sobre todo, que deseamos que algún día se resuelva todo y se sepa toda la verdad.
No quiero con estos artículos crear morbo, eso es algo que nadie haría en este caso en concreto. Al igual que estos artículos hay cientos circulando por internet, en documentales, revistas, libros. Las autopsias también son accesibles a cualquier persona.
Las autopsias están rodeadas de mucho misterio y al parecer errores, según dirían después.

Por ejemplo, en el informe del cadáver UNO:

"La cabeza está separada del cuerpo. Los brazos aparecen colocados a la espalda del cadáver, con ambas muñecas sujetas por una ligadura de doble nudo. El cuerpo aparece totalmente impregnado de tierra, en la que se observan algunas larvas de insectos en escasa cantidad. Llama la atención que el antebrazo izquierdo está desprendido a nivel de la articulación del codo, faltando la masa muscular del antebrazo. La parte superior izquierda de la cavidad torácica ha sufrido fenómenos de transformación, con desprendimiento de las costillas del lado izquierdo, de la clavícula izquierda, de la escápula izquierda y con desintegración de la articulación del hombro. La cavidad torácica a este nivel comunica ampliamente con el exterior".

El panorama era desolador: la cabeza suelta, el brazo izquierdo partido y arrancado por el codo y con un gran "boquete" a la altura del hombro izquierdo que dejaba ver el interior del pecho.

Tras la primera inspección, los forenses detallaron las prendas de vestir que portaba el cadáver, que le son retiradas respetando su integridad:

- suéter de tejido y color claros.
- camiseta deportiva de color claro sin inscripciones visibles.
- sujetador blanco, que aparece perfectamente abrochado, en su posición habitual.
- pantalón vaquero azul, marca Caroche-Classic Brand, que aparece perfectamente abotonado.
- cinturón de piel marrón, de hebilla ancha, que aparece perfectamente cerrado.
- bragas blancas.
- calcetines de color morado con franjas verdes en la parte superior.
- botas de color marrón, con cordones, del número 38 de la marca Geneve.

Además, el cadáver portaba los siguientes objetos personales :

- anillo de oro con una piedra azul turquesa engarzada.
- reloj marca Capricho, plateado, de esfera blanca y gran tamaño con su correspondiente pulsera metálica elástica.
- ocho monedas.
- barra de labios de color rosa marca Gobi.
-ligadura de doble nudo fabricada con lo que parece ser una venda elástica de color blanco con un ribete rojo en uno de sus bordes.

Resultaba macabro que los forenses consideraran como un objeto personal de la víctima la venda con la que su asesino o asesinos había atado sus muñecas, pero así lo especificaron en su informe.

El cadáver tenía toda la piel intacta, pero le faltaba un trozo enorme en el pecho y el cuello también había desaparecido. para explicar la desaparición de la piel y los músculos del pecho, los médicos lo achacaron a "una intervención animal", porque la parte del cadáver que faltaba era la más cercana a la superficie del enterramiento. Pero nunca aclararon el tipo de animal que supuestamente se había comido parte del cadáver uno.

No cuadraba que no encontraran ningún tipo de señal que explicara el desprendimiento de la cabeza del resto del cuerpo. Además si todo el cuerpo tenía la piel, cómo podía ser que la cabeza fuera una calavera que estába separada y con el cuero cabelludo desprendido. "encontrándose un amasijo de pelos que corresponde a los cadáveres 1 y 2 en la bolsa del primer cadáver".

Inconcebiblemente, el Dr. Ros, durante el levantamiento de los cuerpos había cogido las cabelleras de los dos primeros cuerpos -que estaban juntas en la fosa aunque las cabezas estaban a bastante distancia- y las había introducido hechas un revoltijo en una de las bolsas.

Después lavaron los cadáveres y en el informe pusieron numerosas contusiones, hematomas y surcos en los cuerpos.

Comprobaron que habían innumerables moratones, diseminados sobre todo por la espalda, nalgas y extremidades. Por su forma los forenses consideraron que habían sido producidas "por la acción violenta de objetos, de superficie roma, morfología y consistencia variable".

Sin embargo, "aparecen también hematomas a nivel de extremidades superior e inferior, cuyo mecanismo de producción podría ser el de presión, dada la zona de difícil accesibilidad en la que asientan (parte interna del muslo, parte posterior de brazo y antebrazo)".

Es decir, los forenses consideraban que las lesiones que presentaba la víctima habían sido producidas de dos formas: por golpes brutales propinados con diferentes objetos y por haber sido sujetada con gran fuerza por los muslos y los brazos.

Pero aun comprobaron que había más heridas.

"Existen en ambas muñecas lesiones del tipo de surcos, con hendidura my pronunciada, que habla a favor de una intensa presión, por un lazo no blando, consistente y mantenido. Sin embargo, presentan un aspecto macroscópico (a simple vista) que indica una escasa reacción de vitalidad, como si hubieran sido producidas un corto tiempo antes del fallecimiento".

Los médicos tenían claro que las ataduras que rodeaban las muñecas del cadáver le habían sido colocadas poco antes de morir.

Después examinaron la cabeza, comprobando que en la "unión temporoparietal izquierda" (un poco por encima de la sien) había un orificio, "cuyas características generales se corresponden con las de un orificio de entrada, por disparo por arma de fuego".

Curiosamente, la forma del orificio era elíptica, midiendo por una zona 1,3 centímetros y por otra 0,9 centímetros. Y no encontraron orificio de salida. Sin embargo, algo parecía ya muy claro, la víctima había muerto de un disparo en la cabeza.

También observaron que en el cráneo había un hematoma redondeado de dos centímetros de diámetro, situado dos centímetros por encima de la protuberancia occipital externa y que en la cuenca que ocupó el ojo derecho había materia orgánica de color oscuro, que hacía suponer una fuerte hemorragia.

Igualmente llamaba la atención que en la mandíbula superior faltaran los dos incisivos mediales, y en la inferior el segundo premolar del lado derecho y el segundo molar del lado izquierdo.

Para finalizar el examen externo, los forenses anotaron un detalle mas:

"en los incisivos inferiores se observan incrustaciones minerales en el borde superior, compatibles con una permanencia prolongada del cuerpo en terreno de naturaleza calcárea".

El examen externo del cuerpo había terminado, pero los forenses no habían aclarado, ni lo harían nunca, algunos importantes interrogantes:

¿Qué mecanismo había producido la rotura del brazo izquierdo a nivel del codo y el arrancamiento del antebrazo?

¿Que animales se habían comido la parte que faltaba del cuerpo?

¿Cuántas vértebras cervicales faltaban y porqué?

¿Qué instrumento había podido producir un hematoma cuadrangular en la parte interna del muslo izquierdo?

¿Dónde estaban los dos dientes y las dos muelas que le faltaban al cadáver? ¿Porqué faltaban?

La siguiente fase de la autopsia fue el examen interno del cuerpo. Los forenses comenzaron por la cabeza. Limpiaron el cráneo por fuera y pasaron a realizar una de las más desagradables tareas para cualquier médico forense: serrar el cráneo para comprobar lo que existe en su interior. En este caso pudieron ver que la putrefacción había convertido el cerebro y el cerebelo en "una masa amorfa de color grisáceo-azulado de consistencia blanda pastosa".

Cuando la retiraron y observaron el interior del cráneo, comprobaron que había un proyectil incrustado justo encima de la órbita que ocupó el ojo derecho.

Curiosamente, esta bala no se había deformado lo más mínimo, pese a que había atravesado los huesos de la cabeza y había provocado una fisura de 5 centímetros en el cráneo al chocar en su interior.

Los forenses continuaron la autopsia con la zona del pecho y lo primero que estudiaron fue la piel que lo cubría, "apreciándose que los bordes del mismo son irregulares y desflecados, correspondiéndose este aspecto con que la destrucción de la misma se produjera a cargo de los animales de la zona".

Una vez más los especialistas achacaban a unos desconocidos "animales de la zona" el haber hecho desaparecer parte del pecho.

También apreciaron una zona oscura entre las costillas segunda, tercera y cuarta de la parte derecha, que se debía a una gran hemorragia que la víctima sufrió aún con vida, probablemente a causa de un fortísimo golpe, aunque los forenses no aclararon con que instrumento o arma se le produjo.

Sin embargo, el dato más espeluznante que encontraron en la parte superior del cadáver fue que la columna vertebral estaba desarticulada. Las seis primeras vértebras de la columna estaban "desarmadas" y "dispersas por la zona".

Los pulmones y el corazón de la víctima no se podían ni tan siquiera distinguir, ya que se habían convertido en putrílago.

Pero aún había más en la zona pectoral: una herida abierta en forma de corte en el pecho izquierdo.

Para terminar con el examen interno del cadáver, abrieron el abdomen, encontrando que las vísceras estaban muy alteradas por los fenómenos putrefactivos. Sin embargo , "el estómago está conservado; a la apertura se aprecia una substancia de color anaranjado.

De todo el examen interno que los seis forenses realizaron del cadáver se aumentaba la lista de los interrogantes que los forenses dejarían para siempre sin respuesta:

¿Cómo pudo romperse la columna vertebral? ¿Qué explicación había para que las seis vértebras dorsales más cercanas al cuello estuvieran separadas de la columna y desperdigadas por el interior del pecho?

¿Qué tamaño tenía la herida que había en el pecho y con qué arma se había producido?

¿De qué se trataba la sustancia anaranjada que encontraron en el interior del estómago? ¿Porqué no se mandó a analizar?

Los forenses, conscientes de que probablemente la víctima pudiera haber sufrido algún tipo de abuso sexual, dejaron para el final el estudio de la zona anal y genital.

Lo primero que observaron fue la gran dilatación del orificio anal, "que presenta un diámetro aproximado de 5 centímetros". Según anotaron los médicos en su informe "no es descartable que dicha dilatación pudiera tener un origen forzado, derivada de la introducción de un objeto o parte anatómica a través de dicho orificio en vida o postmorten (después de muerta). En todo caso dicho objeto o parte anatómica carecería de bordes afilados o rugosos, ya que no se ha apreciado la existencia de erosiones o lesiones en la mucosas".

Además comprobaron que el orificio anal presentaba "abundantes restos fecales", es decir, la víctima había hecho sus necesidades poco antes de morir, algo que convertía aún en más inexplicable la extraña sustancia que contenía el estómago del cadáver.

Continuando la inspección externa comprobaron que, a simple vista "no se aprecia lesión alguna en el orificio anal, en la zona cutánea que le rodea o en los primeros tramos de la mucosa rectal".
Igualmente, "en la región genital, no se aprecian lesiones a nivel de labios mayores o menores".

Pero, lo que más sorprendió gratamente a los forenses, después de las barbaridades que habían tenido que observar, fue que :

"no se aprecian soluciones de continuidad traumáticas en el repliegue mucosa que ocluye parcialmente la entrada de la vagina". Es decir, la víctima tenía el himen intacto y había muerto virgen.

Para finalizar la autopsia, realizaron "la apertura de las cavidades vaginal y rectal, sin que en ninguna de ambas se encuentre ningún tipo de alteración traumática". Afortunadamente no tenía herida alguna en sus partes más íntimas.

El siguiente paso fue "la toma de muestras orgánicas procedentes del cadáver, a fin de que se realicen las oportunas investigaciones analíticas en el Instituto Nacional de Toxicología".

Una decisión tremendamente polémica puesto que estos seis forenses ya sabían que al día siguiente otro médico, el profesor Frontela, iba a realizar una segunda autopsia. Sin embargo, debía correrles mucha prisa enviar las muestras a Madrid, antes de que las viera el profesor Frontela.

Esto fue lo que amputaron al cadáver:

- dos fragmentos cutáneos de muñeca derecha.
- mano izquierda.
- mano derecha.
- fragmento cutáneo perineal que incluye orificios anal y vaginal.
- cráneo.

Asimismo, se remiten al Instituto Nacional de Toxicología una bolsa conteniendo las bragas, para que se efectúe búsqueda de fluidos orgánicos y, si procede, identificación.

Antes de terminar su informe, los forenses pusieron por escrito un dato importante:

"Se efectúa reportaje fotográfico durante la práctica de la autopsia, a cargo del servicio fotográfico del Instituto Anatómico Forense de Valencia y de personal del Gabinete de Policía Científica de la Guardia Civil".

¿Para qué querían hacer fotografías de la autopsia los miembros de la Guardia Civil? Alguien puede pensar que para conocer en profundidad las lesiones que presentaba el cadáver, de cara a realizar un mejor trabajo de investigación. Sin embargo, si esto fuera así les hubiera bastado con pedir las realizadas por el servicio fotográfico del Instituto Anatómico Forense. Sin embargo, querían hacerlas ellos mismos. Pero, ¿qué es lo que fotografiaron?

Años después, Jesús Jiménez Jiménez, uno de los guardias civiles que realizaron las fotografías declaró bajo juramento que fotografiaban lo que les iban indicando los médicos:

"Que el número de fotografías que se realiza bajo mi punto de vista, los que dirigen el tema de las fotografías son los forenses, no sigo mi criterio.

Que cada fotografía que hacía era por indicación de los médicos forenses, así era normalmente.
Que cada una de ellas son hechas bajo las instrucciones de cualesquiera de los médicos forenses".

Sin embargo, los forenses siempre han repetido ante los jueces que ellos jamás dieron indicación alguna a estos guardias civiles de las fotos que tenían que realizar. ¿Quién no ha dicho la verdad?
De lo que desde luego no existe ninguna duda es que alguien tiene guardadas en un cajón muchas de las fotografías de la autopsia, ya que los médicos, antes de las conclusiones, pusieron por escrito una curiosa coletilla: "Se adjunta resumen de dicho reportaje fotográfico al presente informe".

¿Porqué sólo un resumen? ¿Dónde están las demás? Lógicamente asalta la duda: ¿Qué se veía en esas otras fotografías?

Por que hay un detalle realmente asombroso e inexplicable, sobre todo teniendo en cuenta que había 4 personas haciendo fotografías. Y es que no hay una sola imagen en todo el sumario, de las autopsias propiamente dichas. No hay ni una sola fotografía del interior de los cuerpos, ni de sus vísceras.

Pero, lo que se les olvidó reseñar a los forenses en su informe es que, además de fotografías, otros dos miembros de la Guardia Civil filmaron en vídeo esta autopsia y las dos siguientes. Y, desde luego, no lo hicieron por recomendación ni orden de los médicos forenses, a tenor de lo declarado bajo juramento por el Dr. Verdú:

"Quisiera hacer la precisión de que el vídeo no es un vídeo que fuera dirigido por nosotros, sino que fue realizado, sino recuerdo mal por la propia Guardia Civil, pero no fue una cosa que dirigiéramos nosotros".

Tampoco la orden de realizar el vídeo provino del juez, puesto que si así hubiera sido constaría por escrito en algún documento del sumario. La pregunta entonces parece obvia: ¿por orden de quién y para qué filmaron los guardias civiles la autopsia?

Después de poco más de dos horas de trabajo, los seis médicos finalizaban el informe de autopsia del denominado cadáver número Uno diciendo:

"De lo anterior se deducen lógicamente las siguientes CONCLUSIONES :

1.- Las características generales del cadáver y las ropas y objetos personales encontrados en el mismo se corresponden con las de ANTONIA GOMEZ RODRIGUEZ.
2.- La muerte ha sido violenta.
3.- La muerte se produjo con absoluta seguridad por destrucción de centros vitales encefálicos.
4.- Dicha destrucción de centros vitales encefálicos se produjo como consecuencia de una herida por arma de fuego.
5.- Dicha herida por arma de fuego tiene las siguientes características :

- Orificio de entrada a nivel temporoparietal izquierdo, con morfología elíptica de 1.3 x 0.9 centímetros.

- Trayectoria en la cavidad craneal de detrás a delante, de izquierda a derecha y ligeramente descendente.

- Alojamiento del proyectil en lámina orbitaria derecha del hueso frontal.

- No es posible precisar absolutamente la distancia desde la que fue efectuado el disparo con los datos obtenidos en el examen macroscópico, si bien cabe descartar el disparo a boca de jarro (el que se realiza con la boca de el arma en contacto con la piel).

6.- En el cadáver aparecen múltiples lesiones de tipo contusivo, fundamentalmente a nivel de plano posterior del mismo y extremidades. La mayoría de estas lesiones presentan claros signos de reacción vital.

7.- En el cadáver aparece una pronunciada dilatación anal compatible con la introducción de un objeto o parte anatómica a través de dicho orificio en vida o postmortem.

8.- El cadáver presenta signos de haber sido atadas las manos mediante un lazo no blando, dicha atadura debió producirse antes del fallecimiento.

9.- Los datos obtenidos del estudio de la evolución de los fenómenos cadavéricos, hacen compatible el establecimiento de una data de la muerte de al menos dos meses.

No es posible precisar con mayor exactitud el momento del fallecimiento, debido a los fenómenos putrefactivos y al deterioro adicional del cuerpo por la acción de fauna y flora cadavérica."

Tras un corto descanso, los seis forenses continuaron su trabajo y "A las 12 horas del día 28 de enero de 1993, en cumplimiento de orden judicial, practicaron la autopsia al CADÁVER NÚMERO DOS, según se enumeraron en el acto del levantamiento".

El segundo cadáver aparecía sobre la mesa de autopsias tumbado sobre el lado derecho y con las piernas flexionadas.

Tenía igualmente la cabeza está separada del cuerpo, aunque en este caso la mandíbula también estaba separada del cráneo.

Junto al cadáver estaba "el cuero cabelludo desprendido formando un magma en el que resulta imposible diferenciar a simple vista su pertenencia a los distintos cuerpos en estudio.

Los brazos aparecen en la parte delantera del cuerpo, con las muñecas atadas con una ligadura en forma de grilletes.

El cuerpo aparece totalmente impregnado de tierra, en la que se observa escasa cantidad de larvas de insectos. Llama la atención en el primer examen del cuerpo la ausencia de la mano izquierda, que aparece desarticulada, con los huesos del carpo, metacarpianos y falanges diseminados".

Este segundo cadáver vestía las siguientes ropas :

- cazadora de color azul metálico con múltiples bolsillos de cremallera que aparecen cerrados.

- camiseta de color no precisable pero de tonalidad clara. Presenta un corte vertical en la parte delantera que llega - desde el cuello hasta el borde inferior de la prenda.

Esta camiseta había sido cortada de arriba a abajo por la parte delantera y las dos mitades estaban unidas con un doble nudo, de forma similar a como se colocan las camisas anudadas algunos bailaores. Los forenses también observaron que en la parte de la espalda de esta camiseta había dos agujeros, de unos dos centímetros y medio de largo, en forma de ojal. Estaban situados a unos 25 y 40 centímetros respectivamente, del cuello de la prenda y junto a ellos había "unas manchas de color rosado claro que pudieran corresponderse con la existencia de restos hemáticos". Parecía evidente que esos dos agujeros habían sido producto de dos cuchilladas que la víctima sufrió por la espalda.

- sujetador de color claro. También había sido cortado limpiamente en el centro de la parte delantera. "En la cazoleta derecha, aparece una mancha redondeada, rojiza, de aspecto costroso, que pudiera corresponderse con una mancha hemática (de sangre). Esta prenda se encuentra colocada en su posición habitual".

- pantalones vaqueros de color azul claro, marca Levis, perfectamente abotonados, que llevan en la parte posterior de ambas perneras, dos parches de tejido similar.

- cinturón de piel oscura, de hebilla ancha, que aparece perfectamente cerrado.

- bragas de color blanco con rayas verdes.
- el cadáver NO lleva calcetines.
- zapatos de color azul, con suela gruesa de goma, de la marca Highlanders-Snipe. En el interior de los zapatos hay unas plantillas de las usadas para la transpiración.
- presenta una ligadura en forma de grilletes fabricada con una cuerda gruesa.
El cadáver llevaba además los siguientes objetos personales:
- reloj marca Adec de cuarzo, de color negro, con esfera blanca.
- tres monedas.
-barra de pintalabios de color rosa.

Tras serle retiradas las ropas observaron que en este caso también se trataba del cadáver de una mujer, "de una estatura total de unos 165 centímetros".

Igualmente, "la putrefacción aparece muy avanzada, encontrándose en plena fase colicuativa (cuando las partes sólidas se transforman en líquidos)". Sin embargo, hay un detalle que a los forenses les llamó poderosamente la atención:

"A nivel externo, la integridad cutánea es superior a la que cabría esperar en relación con la situación visceral, como consecuencia de la producción de fenómenos espontáneos de conservación cadavérica en función de las características del medio en el que permaneció el cuerpo".

Es decir, externamente el cadáver estaba mucho mejor conservado de lo previsible y la respuesta que para ello encuentran los seis médicos forenses está en la composición y las características del terreno donde estuvo enterrada la víctima. Una afirmación difícil de entender si como los forenses afirmaron los tres cuerpos estuvieron siempre juntos y enterrados en un único sitio. ¿Cómo se puede explicar que el segundo cadáver esté mejor conservado de lo lógico y los otros dos no, si estaban en el mismo lugar?

También en este segundo cuerpo, según los forenses, "la pérdida de partes blandas ha dado lugar al desprendimiento de las vértebras cervicales, con la consiguiente separación de la cabeza".

La explicación que encuentran es muy sencilla: la putrefacción ha hecho desaparecer toda la piel y la carne del cuello y de la cabeza y por eso las vértebras estaban sueltas y el cráneo desprendido. Sin embargo resulta difícil entender que la misma putrefacción no haya afectado a ningún otro centímetro de piel del cuerpo, que solo haya desaparecido la piel y la carne del cuello y de la cabeza, y no de ninguna otra parte del cadáver. Bueno, si, supuestamente también de la mano izquierda. La derecha la tiene integra y perfectamente conservada y la izquierda no existe, tan solo aparecen algunos huesos. La explicación que dan los forenses, es la misma que con el cuello y la cabeza. Según los seis médicos, la putrefacción ha hecho desaparecer absolutamente toda la piel y la carne de la mano izquierda y por eso los huesos se han desarticulado. Sin embargo, esa misma putrefacción no ha afectado para nada al brazo de la muñeca para arriba ni tampoco a la otra mano.

Resultaba sin duda sorprendente el estado en que se encontraban los cuerpos, ya que por algunos detalles parecía que se trataba de cadáveres que llevaban enterrados muy pocos días, mientras que otros detalles hablaban de más de un año de enterramiento.

Continuando con el examen externo del cadáver número dos, los forenses anotaron dos datos más: La mandíbula se había soltado de la cabeza y el cuero cabelludo también aparecía desprendido.

Pero había un detalle igual de espeluznante que en el cadáver anterior: "la parte superior izquierda aparece fuertemente afectada, con desarticulación del húmero, escápula y clavícula de ese lado y desaparición del espacio anatómico subclavio, estableciéndose comunicación entre el exterior y el interior de la cavidad".

Al igual que el primer cadáver, este segundo presentaba un enorme "boquete" en la misma zona: el hombro izquierdo. Y la explicación que los médicos encontraron fue la misma: "esta destrucción de la parte superior izquierda del tórax es probablemente debida a la intervención animal".

Sin embargo, en el cadáver anterior añadían que era lógico que los animales se hubieran comido esa parte que faltaba ya que era la más cercana a la superficie del enterramiento. Sin embargo, esa explicación ya no servía para este segundo cuerpo que estaba enterrado a más profundidad y con otro cadáver encima.

Y como no debieron encontrar respuesta alguna, optaron por no escribir nada en su informe acerca del porqué habían devorado los animales esa parte del cuerpo del cadáver número dos.

Inmediatamente después de ese primer examen superficial y tras un minucioso lavado del cadáver, los forenses apreciaron las siguientes lesiones en el cuerpo, los brazos y las piernas:

- Hematoma redondeado de 0.5 centímetros de diámetro en cara posterior del codo izquierdo.

- dos hematomas redondeados de diámetro aproximado de 1 a 1.5 centímetros, situados en cara posterointerna de la raíz de muslo izquierdo.

- hematoma cuadrangular, de bordes muy bien definidos, con dimensiones de 2 x 2 centímetros, a nivel de cara interna de rodilla derecha.

- hematoma cuandrangular de 1 x 1 centímetros de superficie en cara posterointerna de pierna derecha.

- hematoma de 5 x 3 centímetros de superficie en cara posterior de pierna derecha, a nivel de la línea media.

- hematoma redondeado de 1 centímetro de diámetro, situado en parte superior y posteroexterna del muslo derecho.

Al igual que en el caso anterior, estas lesiones -según los forenses- habían sido producidas por golpes con diferentes objetos duros de superficie roma.

Igualmente comprobaron que "las lesiones existentes a nivel de ambas muñecas presentan un aspecto que indica una discreta reacción de vitalidad". Es decir, que al igual que en el caso anterior, las ligaduras que ataban sus muñecas habían sido colocadas muy poco antes de morir o, incluso, después de muerta.

Pero, desgraciadamente, había mucho más: "La cubierta cutánea de la parte posterior del cuerpo aparece desprendida, habiendo desaparecido en una amplia región que ocupa todo el espacio dorsal y la parte superior de la región lumbar. Los bordes cutáneos que persisten son irregulares, presentando una morfología festoneada que sugiere la intervención de los animales como mecanismo de producción de la ruptura".

Era inimaginable. Toda la piel de la espalda había sido desprendida y faltaba la mayor parte desde los hombros hasta casi los riñones y para los forenses estaba claro que habían sido los animales quienes se lo habían comido. Inexplicablemente, nunca dijeron que tipo de animales lo habían hecho. Además, había dos interrogantes a los que resultaba imposible encontrar una respuesta mínimamente lógica:

¿Cómo podían unos desconocidos animales haber devorado la espalda del cadáver, que estaba vestido con una cazadora perfectamente abrochada y una camiseta, sin producir rotos en ninguna de estas dos prendas? ¿Cómo podía ser esto posible si el cadáver estaba enterrado debajo de otro cuerpo?

Cuando aún los forenses no se habían repuesto de la impresión provocada por la tremenda barbarie que estaban observando, iban a comprobar una muestra de lo que es capaz de hacer el sadismo humano:

"Finalmente se observa una amputación traumática del pezón derecho y de la areola correspondiente. Los bordes de esta amputación traumática son limpios, bien definidos, y con irregularidades lo que sugiere que éste fue realizado con la participación de algún instrumento de componente cortante y de algún mecanismo en el que pudiera haber participado la prensión, el corte y la tracción".

En esta brutal herida los forenses apreciaron "escasa reacción vital en los bordes, lo cual sugiere una producción muy cercana al momento de la muerte, aunque existen abundantes restos hemorrágicos en parte anterior del tórax y parte derecha del sujetador, lo cual indica una situación de vitalidad en el momento de sufrir la lesión".

Le habían arrancado el pezón derecho y areola que le rodea muy poco antes de asesinarla.

El siguiente paso fue examinar la cabeza, que estaba convertida en una calavera. Y nuevamente comprobaron la existencia de un orifico redondeado, con un diámetro de un centímetro, que estaba situado en la región occipital, en la nuca. Según los médicos tenía las características "de un orificio de entrada producido por arma de fuego".

Al igual que en el cadáver anterior no existía un segundo orificio de salida. Sin embargo, los huesos de la nariz estaban fracturados y existía una brecha de algo más de un centímetro debajo de la órbita ocular izquierda. Estos signos, según los forenses, eran "compatibles con las de un artefacto producido por la salida de un proyectil".

Continuando la inspección de la cabeza, comprobaron que al cadáver le faltaban dos dientes, concretamente los dos incisivos de abajo.

Al finalizar el examen externo del cadáver número DOS, los interrogantes sin respuesta iban aumentando:

¿Porqué había desaparecido la mano izquierda?¿Porqué existía un gran "boquete" en el hombro izquierdo, en la misma zona que lo tenía el primero de los cadáveres?¿Cómo habían podido comerse unos desconocidos animales prácticamente toda la espalda si el cadáver estaba vestido y no existían mordeduras en las ropas? Los dientes que faltaban, ¿habían sido arrancados o se habían caído producto de la putrefacción? Si el motivo era el segundo, ¿porqué no aparecieron en la fosa?

El siguiente paso fue abrir el cráneo donde "aparece una masa homogénea de color verdoso de consistencia blanda pastosa en la que no se puede distinguir a simple vista ninguna de las estructuras cerebrales". Una vez retirada ésta se comprueba que en la cabeza existen dos fisuras, una de 8 y otra de 10 centímetros y dos fracturas. La causa de estas lesiones, según los forenses, habría sido el choque de la bala al romper los huesos de la nariz antes de salir por la órbita del ojo izquierdo.

El informe forense continuaba relatando un hecho que no se produjo durante esta operación de autopsia. Textualmente decía: "En un momento posterior y al proceder al cernido e inspección sistemático y rutinario del material contenido en los sudarios, en el correspondiente al cadáver número 2, se haya un proyectil que es puesto a disposición del Juzgado".

Según esto, alguien posteriormente a las autopsias se había encontrado una bala en la bolsa de plástico en la que fue trasladado el cadáver. ¿Cómo había llegado hasta allí? Si según los médicos la bala había atravesado el cráneo, ¿cómo era posible que se encontrara suelta en el sudario? Desgraciadamente, este detalle iba a ser uno más de los interrogantes sin respuesta de este caso.
Siguiendo el orden de la autopsia, los seis forenses analizaron la cavidad torácica, comenzando por la espalda donde observaron "una masa amorfa y de color rojizo cuyo aspecto se corresponde con el de una colección hemática". Esos supuestos restos de sangre (supuestos porque nunca se analizaron), estarían en una zona coincidente con los dos agujeros encontrados en la parte posterior de la camiseta, concretamente a nivel de la décima vértebra dorsal, pegado a la izquierda de la columna vertebral. Para los forenses esto dejaba claro que la víctima había recibido dos cuchilladas en la espalda cuando aún vivía.

Después "se realiza estudio de piel y tejido subcutáneo en la parte anterior del tórax, no encontrándose signos manifiestos de infiltración hemorrágica en la zona que rodea a la herida de la zona correspondiente a areola y pezón derecho".

Es decir no hay el menor rastro de sangre en los bordes de la brutal amputación del pezón, algo prácticamente imposible si la amputación se realizó en vida de la víctima.

El último paso en el análisis del pecho es la apertura de la cavidad, observándose "que el corazón y los pulmones se han transformado en putrílago, siendo sustituidos por una masa amorfa, a excepción de algunos restos identificables del pulmón derecho".

Posteriormente abrieron el abdomen comprobando que el "estómago está conservado y a la apertura aparece totalmente vacío. Hígado y bazo aparecen fuertemente desfigurados por la putrefacción y sin que se aprecie existencia de lesiones traumáticas; no se puede visualizar la vesícula biliar. No hay hallazgos de interés en ambos riñones".

Como en el caso anterior, los forenses dejaron para el final el examen ginecológico.

Lo primero que aprecian es "una notable dilatación del orificio anal, que presenta unas dimensiones de 4 x 5 centímetros y abundantes restos fecales en las paredes. Mediante un fiador adecuado, se logra la penetración sin resistencia hasta 13 cm".

Además, "en los alrededores del orificio anal, se aprecia existencia de hematoma, y de pequeñas excrecencias blancas, esféricas, de diámetro inferior a 1 x 2 milímetros". Según los forenses estas excrecencias probablemente serían hongos, pero tampoco se sabe con certeza, ya que no se enviaron a analizar.

En el interior de la cavidad rectal observaron pequeñas erosiones en la zona pegada al orificio anal y un pequeño hematoma de 1 x 2 centímetros en parte derecha del interior del recto.

En el estudio de los genitales y en labios mayores de la vagina, observaron "una pequeña equimosis en el labio mayor izquierdo de 2 x 2 centímetros" y en la pared del labio mayor derecho había "un pequeño hematoma de 1 x 0.5 centímetros". No se aprecian soluciones de continuidad traumáticas recientes en los repliegues membranosos vulvo vaginales.

Una vez abierta la cavidad vaginal, "se observa una equimosis redondeada de 0.5 centímetros, en la parte izquierda y en la parte superior se aprecia la existencia de una alteración en la mucosa, en una superficie de 0.5 x 0.5 centímetros, apareciendo esta rugosa y pigmentada".

Además, "en el interior de la cavidad vaginal, situado bastante en profundidad, se encuentra un cuerpo extraño de un volumen aproximado de 1 centímetro cúbico, que no se puede identificar mediante el examen a simple vista".

¿Que hacía un cuerpo extraño, que seis forenses eran incapaces de saber lo que era, en el interior de la vagina?

Una vez finalizada la autopsia, tal y como hicieron con el cadáver anterior, amputaron diversas zonas del cuerpo para enviarlas a analizar ese mismo día al Instituto Nacional de Toxicología de Madrid.

Después de algo menos de dos horas los forenses dedujeron "lógicamente las siguientes CONCLUSIONES ":

1.- Las características generales del cadáver y las ropas y objetos personales encontrados en el mismo se corresponden con las de ...

2.- La muerte ha sido violenta.

3.- La muerte se produjo por destrucción de centros vitales encefálicos.

4.- Dicha destrucción de centros vitales encefálicos se produjo como consecuencia de una herida por arma de fuego.

5.- Dicha herida por arma de fuego tiene las siguientes características :

- orificio de entrada a nivel occipital, en la línea media, 2.5 centímetros sobre protuberancia occipital externa. Tiene morfología redondeada, con dimensiones de 1 x 1 centímetro.

- trayectoria en la cavidad craneal de detrás a adelante, muy ligeramente descendente y desviado hacia la izquierda.

- orificio de salida del disparo está situado a nivel de pared interna de órbita izquierda.

- no es posible precisar la distancia desde la que fue efectuado el disparo, con los datos del examen macroscopico, si bien cabe descartar el disparo a boca de jarro ( el que se realiza con la boca del arma en contacto con la piel).

6.- En el cadáver aparecen múltiples lesiones de tipo contusivo, fundamentalmente a nivel del plano posterior del mismo y extremidades. Las características de la mayoría de estas lesiones sugieren la producción de las mismas en vida.

7.- La colección hemática que aparece en la región dorsal del cadáver, a nivel de la 10 dorsal inmediatamente a la izquierda de la columna vertebral se corresponde topográficamente y esta en relación con los orificios de la parte posterior de la camiseta que portaba la víctima.

8.- En el cadáver aparece signos de amputación traumática del pezón y areola derecha.

Las características de los bordes de la amputación traumática son compatibles con la intervención de arma blanca, si bien no puede descartarse la actuación de mecanismos de tracción.

9.- En el cadáver aparecen signos de violencia de tipo sexual a nivel vaginal.

10.- En el cadáver aparece una muy pronunciada dilatación anal compatible con la penetración de un objeto o parte anatómica a través de dicho orificio en vida o postmorten.

11.- Los datos obtenidos del estudio de la evolución de los fenómenos cadavéricos, hacen compatible el establecimiento de una data de la muerte de al menos dos meses.

No es posible precisar con mayor exactitud el momento del fallecimiento, debido a los fenómenos putrefactivos y al deterioro adicional del cuerpo por la acción de fauna y flora cadavérica.

En el examen de la boca cabe reseñar la existencia en los incisivos inferiores, de incrustaciones minerales en el borde superior, compatibles con una permanencia prolongada del cuerpo en terreno de naturaleza calcárea.

La gravedad y brutalidad de las lesiones sufridas por las víctimas no fue óbice para que los seis médicos forenses solventaran las autopsias en bastante menos tiempo del habitual, como si tuvieran el horario marcado y " A las 15 horas del día 28 de enero de 1993, en cumplimiento de orden judicial, practicaron la autopsia al CADÁVER NÚMERO TRES, según se enumeraron en el acto del levantamiento".

El cadáver se encontraba sobre la mesa de autopsia tumbado boca arriba, con las piernas flexionadas y caídas hacia el lado derecho.

Como en los dos anteriores "la cabeza está separada del cuerpo", algo que se contradice con los testimonios de todas las personas presentes cuando sacaron el cuerpo de la fosa, incluido el juez, que afirmaron lo contrario.

También en este caso "junto al cadáver aparece cuero cabelludo desprendido formando un magma en el que resulta imposible diferenciar a simple vista su pertenencia a los distintos cuerpos en estudio". Los forenses no le dieron en su informe mayor importancia a este hecho, al fin y al cabo los tres cuerpos tenían el cuero cabelludo desprendido de la cabeza.

Sin embargo, según los médicos podía haber cuatro cabelleras:

Cadáver UNO: "El cuero cabelludo aparece desprendido encontrándose un amasijo de pelos que corresponde a los cadáveres 1 y 2 en la bolsa del primer cadáver".

Cadáver DOS: "Junto al cadáver aparece cuero cabelludo desprendido formando un magma en el que resulta imposible diferenciar su pertenencia a los distintos cuerpos en estudio".

Cadáver TRES: "Junto al cadáver aparece cuello cabelludo desprendido formando un magma en el que resulta imposible diferenciar a simple vista su pertenencia a los distintos cuerpos en estudio".

¿Cómo podía ser esto posible?

Pero, además, los forenses no enviaron a analizar ninguno de los cueros cabelludos ni comprobaron si existía sangre en los cabellos de las víctimas.

También en este caso la mandíbula aparecía separada del resto del cráneo.

Continuando con el examen superficial, los forenses comprobaron que este tercer cadáver, a diferencia de los otros dos no tenía los brazos atados por ningún tipo de ligaduras. Sin embargo, la víctima había sido inmovilizada de otra forma: con la cazadora, ya que la tenía colocada al revés de lo habitual; es decir, la parte delantera estaba abotonada por detrás y la parte de abajo estaba colocada arriba. Lógicamente, esta posición de la cazadora impedía que la víctima pudiera sacar los brazos.

Antes de terminar la primera inspección los médicos anotaron en su informe dos detalles espeluznantes:

"El brazo derecho aparece desarticulado separado del tronco. Llama la atención la ausencia de la mano derecha".

El siguiente paso fue detallar las ropas que vestía el cadáver según se las iban quitando:

- cazadora azul de tela vaquera marca Levis Strauss, colocada al revés de lo habitual ; es decir, la parte delantera (abotonada) por detrás y la parte inferior colocada arriba.
- camiseta de color blanco o gris claro con dibujo de una espuela y la inscripción "Chipi".
- sujetador blanco, que no presenta cortes o degarraduras, en su posición habitual.
- pantalón vaquero azul de marca Chipi.
- una prenda de ropa interior blanca, que pudiera ser una faja fina o unas bragas. Esta prenda presenta en su parte anterior una mancha rojiza redondeada de 1 centímetro de diámetro, que se estima procedente del óxido formado en el botón metálico de los pantalones.
- unas bragas más pequeñas, de modelo tanga, de color morado y colocadas por debajo de las anteriores.
- el cadáver NO lleva calcetines.
- zapatos azules oscuros, tipo mocasín, con flecos en la parte delantera.

El cadáver llevaba además los siguientes objetos personales :

- reloj negro marca Casio Athenea, con esfera dorada, con su correspondiente pulsera metálica elástica.
- cadenita de oro colgada al cuello, en la que hay engarzados un anillo, una medalla y un colgante en forma de corazón.
- llavero con varias llaves que tiene publicidad del Seat Ibiza.
- varias monedas.
- anillo dorado con inscripción que reza "Miriam".

Los últimos tres objetos aparecen guardados en uno de los bolsillos del pantalón.

Tras serle retiradas las ropas, los forenses comprueban que, al igual que en los dos casos anteriores, se trata del cadáver de una mujer con una estatura de un metro sesenta y cinco centímetros, aproximadamente.

También en este caso "la putrefacción aparece muy avanzada, encontrándose en plena fase colicuativa".

Sin embargo, a diferencia de las otras dos, en el tercer cadáver "la integridad cutánea es completa en toda la extensión del cuerpo excepto cráneo y cara", es decir, no le falta ni un solo trozo de piel, a excepción de la cara que ha desaparecido completamente.

Sin embargo, los médicos atribuyen la separación de la cabeza a "la pérdida de partes blandas ha dado lugar a la desarticulación de las vértebras cervicales". Una cabeza, que como en los dos casos anteriores "aparece en fases muy avanzadas de esqueletización", es decir, convertida en una auténtica calavera, en contradicción con el resto del cuerpo que se conservaba casi perfectamente.

Pero lo que más tuvo que llamar la atención a los seis médicos en este primer examen externo fue algo impresionante: el cadáver tenía el brazo derecho separado del cuerpo. Sin embargo, en su informe se limitaron a reseñarlo sin aclarar el porqué. Quizás el posible arrancamiento o corte de este brazo hubiera sido lo que obligó a su asesino o asesinos a inmovilizar su cuerpo con la cazadora puesta al revés y a quitarle las ataduras. Porque las tuvo, tal y como reseñan los forenses:

"Existe en la muñeca izquierda una lesión del tipo de las erosiones, de unos 2 centímetros de anchura, con restos hemorrágicos y morfología circular, cuyas características se corresponden con haber sido producida por algún tipo de ligadura, colocada con gran presión y que ha producido rozamiento".

¿Porqué le quitaron las ataduras y a las otras dos víctimas no?

Además, los médicos observaron que "en el antebrazo derecho, existe pérdida de masa cutáneo-muscular desde su tercio medio hasta al extremidad distal, punto de donde, como ya se ha dicho, se ha desarticulado el esqueleto óseo de la mano, que no aparece".

Inexplicablemente, a este brazo suelto le faltaba toda la piel y la carne de la muñeca y de varios centímetros más hacia arriba, dejando los huesos, limpios, al descubierto. Y no había mano, había desaparecido.

El siguiente paso fue lavar el cadáver y estas fueron las lesiones que encontraron los seis forenses en el cuerpo y las extremidades:

- gran hematoma situado en región dorsal izquierda, que llega desde la zona infraescapular hasta el borde superior de la nalga, con unas dimensiones aproximadas de 35 x 15 centímetros. Presenta una coloración morada no uniforme, con áreas de mayor intensidad y puntos en los que la infiltración hemorrágica es mucho más intensa.

Como se puede comprobar por las medidas era un hematoma impresionantemente grande y, según los especialistas

"las diferencias de intensidad cromática del mismo, y la gran extensión afectada, hacen pensar que se produjo como consecuencia de la repetición de golpes con un objeto contundente (de bordes lisos) sobre la zona".

- hematomas longitudinales, de 12 x 6 centímetros, situados en cara posterior de ambos muslos.
- hematomas rectangulares de 7 x 3 centímetros, situados en cara posterior de ambas rodillas.
- hematoma redondeado de 8 centímetros de diámetro a nivel de cara anterior de rodilla izquierda.
- hematoma redondeado de 10 centímetros de diámetro a nivel de cara anterointerna de muslo izquierdo.
- hematoma redondeado de 4 centímetros de diámetro a nivel de región esternal.
- erosión de morfología circular, de unos 2 centímetros de anchura, que rodea la muñeca izquierda, con apergaminamiento y componente equimótico.

De todas estas brutales lesiones, las más inexplicables eran los hematomas rectangulares que estaban situados en la parte de atrás de ambas rodillas, hematomas que sugerían que la víctima había tenido las piernas colgadas y apoyadas por debajo de las rodillas sobre algún objeto de forma rectangular. Sin embargo, los forenses nunca aclararon qué mecanismo podía haber producido estos hematomas de bordes rectos.

Después examinaron la cabeza-calavera en la que "aparecen dos ORIFICIOS. El primero está situado a nivel de la unión occipito-parietal izquierda. Su forma es redondeada, siendo sus dimensiones de 1 centímetro de diámetro. Las características del orificio se corresponden con las de un orificio de entrada de herida por arma de fuego".

"El segundo orificio está situado a nivel de la unión temporoparietal derecha y sus características se corresponden con las de un orificio de salida."

Los forenses comprobaron que también a este cadáver le faltaban dientes y muchos.

"En la mandíbula superior se registra pérdida de todas las piezas dentarias excepto el segundo molar derecho y los molares primero y segundo del lado derecho" y en la inferior "falta el canino izquierdo".

¿Qué había pasado con todos esos dientes y muelas? Si se desprendieron por efecto de la putrefacción, ¿porqué no habían aparecido en la fosa?

El examen interno lo comenzaron con el cráneo, en el cual, una vez abierto, "aparece una masa homogénea y amorfa, de color grisáceo y consistencia endurecida. El estudio de la superficie ósea de la base del cráneo y de la cara interna de la base craneal no permite detectar ningún tipo de lesión a excepción de los dos orificios ya descritos".

Según los forenses la tercera víctima no había recibido ni un solo golpe en la cabeza, ni tenía lesión alguna en ella, salvo los agujeros de los disparos.

Después procedieron a abrir la cavidad torácica. Lo primero que comprobaron y así lo hicieron constar era que "no se observan lesiones a nivel de las costillas ni del esternón".

El siguiente paso fue intentar estudiar los pulmones pero estaban "convertidos en una masa putrilaginosa en la que no es posible distinguir ninguna de sus estructuras".

Sin embargo, sorprendentemente y sin explicación alguna, "el saco pericárdico (las dos membranas que envuelven al corazón) está íntegro".

Resultaba imposible entender que los pulmones hubieran desaparecido por efecto de la putrefacción y el corazón estuviera perfectamente conservado.

Tanto es así que los médicos pudieron analizarlo sacando estas conclusiones:

"El corazón es de tamaño normal, sin que se aprecien lesiones patológicas o traumáticas en su superficie. Las paredes cardíacas se observan de grosor normal. Ambas cavidades ventriculares aparecen exangües (desangradas)".

Pero ahí no acababan las sorpresas, porque según los forenses "en el fondo de la parte derecha de la cavidad torácica existe un derrame de líquido de aspecto hemático con un volumen aproximado de 25 centímetros cúbicos".
Era imposible que pudiera haber sangre líquida en un cadáver que según los médicos llevaba más de dos meses enterrado, pero la había y en cantidad como para llenar casi un botellín de cerveza. Pero, además, no se sabía porqué estaba allí, ya que los forenses no encontraron ninguna lesión que lo justificase.

Sin embargo, los especialistas no se pararon a analizar este detalle, como muchos otros. Parecía que tenían prisa por terminar.

Continuaron examinando el abdomen, donde también los efectos de la putrefacción habían sido extrañamente desiguales. El hígado, el bazo y los riñones se habían convertido en una masa putrilaginosa y eran irreconocibles. Sin embargo, la vesícula biliar, que según todos los tratados de medicina forense es el primer órgano del cuerpo humano en desaparecer por la putrefacción, "está aceptablemente conservada" y la vejiga urinaria "está integra, apareciendo totalmente vacía".

Lo mismo sucedía con el estómago. Según los médicos "el estómago está ileso, y no contiene ningún tipo de material ;

en su interior aparece un objeto duro, de un volumen aproximado de 1 centímetro cúbico".

Era un nuevo detalle sorprendente. ¿Qué hacía un objeto en el interior del estómago? ¿Le habían obligado a la víctima a tragárselo? Cada vez eran más los interrogantes y menos las respuestas, pese a que los seis médicos forenses siempre defendieran que "todo estaba muy claro".

Esta tercera autopsia, como las dos anteriores, finalizó con el estudio de la zona anal y genital. El resultado fue estremecedor.

"A nivel de vagina, se encuentran lesiones de tipo contusivo a nivel de las inmediaciones del orificio vaginal, que aparece fuertemente dilatado. Por otra parte, en el interior de la cavidad se encuentran cuatro desgarros de forma elíptica, dos a la izquierda y dos a la derecha, con diámetro mayor de 5 centímetros y menor de 3 centímetros, estando el mayor situado en posición vertical. El conjunto de lesiones encontradas, sugiere la introducción forzada de un objeto o parte anatómica".

"Por otra parte, los bordes de los desgarros descritos son nítidos y regulares, lo que hace pensar que es bastante más probable que se tratara de un objeto cuya superficie presentaba ciertas aristas o filos, ya que tratándose la víctima de una mujer prácticamente adulta, no parecen susceptibles de haber sido producidos únicamente con la introducción de una parte anatómica, y en cualquier caso no habrían tenido una morfología tan regular.

Finalmente, cabe destacar el hecho de que los bordes de los desgarros repetidamente citados no presentan ningún tipo de reacción inflamatoria. Tampoco se observan restos hemorrágicos. Todo ello sugiere que dichas lesiones fueron producidas después de la muerte".

Para los forenses estaba claro que a la víctima número tres le habían introducido un objeto por la vagina, ¡después de muerta!

Asimismo, hicieron constar que "no se aprecian soluciones de continuidad recientes en los repliegues membranosos vulvo vaginales".

"En cuanto al orificio anal, se encuentra una enorme dilatación, que presenta unas dimensiones de 6 x 8 centímetros, muy superior a la que cabría esperar como fenómeno de retracción postmortal. Además, aparecen lesiones de carácter contusivo tanto en las zonas adyacentes al orificio anal como en zonas de la mucosa rectal próximas al mismo. Todo ello, hace pensar en la existencia de la introducción de un objeto o parte anatómica a través de dicho orificio".

Además, a los forenses había algo que no les cuadraba y así lo hicieron constar: "Existe una falta de correspondencia entre la espectacularidad de la dilatación del orificio anal y la escasa magnitud de las lesiones contusivas descritas".

No entendían como las heridas eran tan mínimas para la impresionante dilatación existente.

La última lesión que los forenses encontraron fue en la zona que separa los orificios anal y vaginal, donde existía "una erosión de 5 centímetros que se continúa con el hematoma descrito a nivel de cara anterointerna de muslo izquierdo".

Su trabajo lo terminaron tomando una gran cantidad de muestras para enviar al Instituto Nacional de Toxicología, incluyendo la única mano existente, el cráneo y los órganos genitales.

El punto y final lo pusieron con las siguientes CONCLUSIONES :

1.- Las características generales del cadáver y las ropas y objetos personales encontrados en el mismo se corresponden con las de...

2.- La muerte ha sido violenta.

3.- la muerte se produjo por destrucción de centros vitales encefálicos.

4.- Dicha destrucción de centros vitales encefálicos se produjo como consecuencia de una herida por arma de fuego.

5.- Dicha herida por arma de fuego tiene las siguientes características.

- orificio de entrada a nivel de la unión occipitoparietal izquierda, unos 2 centímetros por encima y 5 centímetros por dentro de la apófisis mastoides. La morfología es redondeada, con diámetro de 1 centímetro.

- la dirección es de detrás adelante, de izquierda a derecha y ligeramente ascendente.

- el orificio de salida está situado a nivel temporoparietal derecho, con dimensiones de 1.1 x 1.2 centímetros.

- no es posible precisar la distancia desde la que fue efectuado el disparo, con los datos del examen macroscópico, si bien cabe descartar el disparo a boca de jarro (el que se realiza con la boca del arma en contacto con la piel).

6.- En el cadáver aparecen múltiples lesiones de tipo contusivo. Estas lesiones presentan claros signos de reacción vital.

7.- En el cadáver aparecen signos de agresión sexual a nivel vaginal, con lesiones externas y, sobre todo, internas, que indican la introducción de un objeto provisto de filos o aristas en la cavidad vaginal, muy probablemente después de la muerte.

8.- La muy pronunciada dilatación anal, junto con la presencia de alteraciones perianales y en la mucosa rectal, serían compatibles con la existencia de agresión sexual a este nivel.

9.- Los datos obtenidos del estudio de la evolución de los fenómenos cadavéricos, hacen compatible el establecimiento de una data de la muerte de al menos dos meses.

Siendo cuanto tienen que manifestar.

El director del Instituto Anatómico Forense, Alejandro Font de Mora, minutos después de concluir la reunión que celebraron los forenses tras finalizar las autopsias, manifestó a los medios de comunicación: "como portavoz del equipo de forenses debo decir que los estudios llevados a cabo son inmejorables, por suficientes".

Sin embargo, casi dos meses después, concretamente el 22 de marzo, el Dr. Francisco Ros Plaza se presentó ante el juez y le pidió que le dejara la cinta de vídeo que la Guardia Civil había grabado de las autopsias "a los fines de su estudio e informe".

Parecía que los médicos forenses no lo debían tener tan claro pese a la rapidez con la que se realizaron las autopsias. Lo cierto es que el juez Bort tardó exactamente tres meses en tener sobre su mesa el Informe de Autopsias de los seis forenses valencianos.

Pero, además, aquella tarde también estuvo en las dependencias del Instituto Anatómico Forense otra persona. Una noticia que la prensa recogía al día siguiente:

"El fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, Enrique Beltrán, aseguró que el brutal asesinato de las tres niñas de Alcácer que fueron halladas en la mañana del miércoles en la partida de La Romana es "el caso más asqueroso de los que he presenciado. Esto es intolerable y solo se comprende en desalmados, en personas que, como la propia palabra dice, no tienen alma. Es incomprensible".

Beltrán, que en la tarde de ayer acudió al Instituto Anatómico Forense, para hablar con el juez de Instrucción número 6 de Alzira así como con el equipo de forenses que lleva el caso, añadió que había decidido "llevar personalmente el caso", evidentemente, desde la posición de la fiscalía".

El hecho de que el propio fiscal jefe en persona se hiciera cargo de las investigaciones y de la acusación, parecía una auténtica garantía de rapidez y seriedad para las tres familias. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, los padres lamentarían públicamente que el fiscal Beltrán hubiera tomado la decisión de "llevar personalmente el caso"....

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